sábado, 25 de julio de 2009

La guitarra.

Un cuerpo de mujer tallado en madera. La femeneidad lanzando notas a través de seis cuerdas.

Y la música. El lenguaje de las emociones.

Tal vez sea una mala fusión para mi. Y tal vez el hecho de que ella se llame igual que mi guitarra me juega en contra.

Tal vez el hecho de que ella me guste tanto como la música hace que la piense cada vez que improviso las melodías más efusivas desde mi interior.

"Ojalá que no pueda tocarte ni en canciones".

Elías Alejandro Fernández


P.D.: Que la recuerde cada vez que toco mi instrumento favorito significa de todo menos bueno.

1 comentario:

Ðąи dijo...

Convengamos que es tu culpa que la guitarra se llame igual que ella. Y también es tu culpa seguir dandole cabida. Asique dejá de llorar y hacé algo con tu vida. No seas tan imbécil. Dejá de hecharle la culpa de tus tragedias y ocupate de vos de una puta vez. Porque todo lo que hacés es convencerte de idioteces que en el fondo son mentiras. Porque no es siempre su culpa, porque no sos un ángel, porque no te tiene atado a una cama de clavos ni ella es tuya tampoco.
Asique dejate de joder de una vez.