Mirando ese brillo que tenés,
lo blanco de tus ojos que es lo único que te queda de verdad
Tus manos que no las tienes, no para mi
y tu boca que yace como piedra dura, fría e inmóvil.
No me muestras los dientes pues tampoco me sonríes.
Y yo que muero por estar con vos..
Y vos que, frialdad y crueldad mediante, te mantienes lejos de mi..
Me inspirás a tantas cosas y cuando te miro también lloro.
Y cuando llueve y no te puedo ver no me queda otra que esperarte asomada a mi ventana.
Y a veces con amistades, otras con la soledad. Siempre me provocás cosas tan extrañas..
Vos y yo, absortos uno en el otro, intentando descifrarnos..
Yo sin entender ya nada y vos inerte en tu lugar.
¿Cómo puede ser, querida luna, que no te canses de inspirarme?
martes, 30 de octubre de 2007
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3 comentarios:
Muy hermoso escrito, en serio. Ese recurso de no demostrar hasta al final de qué hablás es uno de los que más me gusta usar. Y vos lo usaste de una linda manera, ¿eh?
La luna, esa musa eterna del hombre que siempre está.
Muchas gracias, mi amor :). Debo usarlo más a menudo.
Tomé prestado este escrito para una Historia Asesina...
Perdón por tomarlo sin permiso.
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